Mes: septiembre 2014

LOS TERRITORIOS, LA MINERÍA Y NOSOTRAS: LAS MUJERES NOS PREGUNTAMOS. Guía de trabajo

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Gráfica alusiva a LOS TERRITORIOS, LA MINERÍA Y NOSOTRAS: LAS MUJERES NOS PREGUNTAMOS. Guía de trabajo Autoras: Rosa Bermúdez,Tatiana Roa, Karol Zambrano

La actividad de las grandes empresas extractivas mineras ha despojado a las mujeres de sus tierras y les ha dejado la contaminación de los suelos, los ríos, el aire y el entorno. Ha agredido su territorio cuerpo y su territorio social. Por supuesto, no sólo a ellas les ha ocurrido, pero es necesario referirse a los impactos sobre sus vidas, porque ellas son corazón de los territorios. Uno de los impactos de la industria minera es la desvalorización del trabajo de las mujeres, cuando se pone en riesgo la soberanía, que ellas conducen, o cuando se rompen las posibilidades de la vida familiar y comunitaria.

En este libro, elaborado desde la mirada de las mujeres que habitan en los territorios vulnerables y vulnerados por la gran minería, se proponen interrogantes y ejercicios que constituyen guías temáticas y metodológicas para avanzar en el diagnóstico de los territorios. Se propone como un material de trabajo para utilizar en grupos y que sigue en construcción, como lo están las categorías, las propuestas y el conocimiento en materia de la relación mujer y minería.

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MANIFIESTO DEL FORO MUJER Y MINERÍA: MINERÍA Y OPRESIÓN DE LA MUJER

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24 de septiembre de 2014

COMISIÓN DE COMUNICACIÓN DEL FRENTE DE MUJERES DEFENSORAS DE LA PACHAMAMA.- La mega minería es otra cara del capitalismo-imperialismo que significa explotación, sometimiento, empobrecimiento, destrucción social y ambiental para los pueblos del mundo.

Las transnacionales mineras, de capital privado y/o estatal, controlan todo el proceso de prospección, exploración, extracción, transporte y comercialización de los minerales, así como el negocio de la especulación en las bolsas, bajo su lógica de generación de ganancia a través de la invasión, la guerra, la rapiña y devastación de los pueblos y la Madre Tierra.

La minería sustentable es una falacia de las transnacionales imperialistas y los gobiernos serviles, para enmascarar el nefasto control geopolítico, en especial de las semicolonias.

La minería afecta a las mujeres de forma directa y diferenciada, por su condición objetiva de sobre explotación y discriminación en la que se encuentra en el actual sistema capitalista-imperialista y patriarcal.

Una vez que los territorios son concesionados para la minería comienza la violación de los derechos de las comunidades, y de las mujeres más particularmente, ya que en la situación de opresión y exclusión en la que se encuentran son las que menos pueden participar en la toma de decisiones, y sus realidades e intereses son los menos tenidos en cuenta.

La minería despoja a las mujeres de comunidades rurales de sus espacios de vida y medios de subsistencia, a través de la expropiación y/o contaminación de los territorios y ecosistemas, a pesar de que ellas producen la mitad de alimentos del mundo, con lo que se afecta no sólo a las mujeres, sus familias y comunidades, sino a la Soberanía Alimentaria de los pueblos.

Privadas de sus espacios de vida y medios de subsistencia, las mujeres campesinas e indígenas son más vulnerables y caen en una mayor dependencia de los hombres, ya que la minería no demanda mano de obra femenina más que en trabajos de servicios, temporales y mal remunerados. Esta mayor dependencia económica se traduce en mayor sometimiento y control sobre las mujeres, por lo que es común el aumento de la violencia intrafamiliar.

Las mineras imperialistas se benefician directamente de esta situación, ya que así sobre explotan el trabajo de las mujeres que en forma gratuita realizan las labores para posibilitar la reproducción de la fuerza de trabajo para esta industria extractiva, en especial cuando, por consecuencia de la contaminación, las familias tienen que afrontar enfermedades de alguno de sus miembros. Es la mujer la que cuida de estos enfermos de los que no se hacen cargo ni las corporaciones, ni los gobiernos, ni los Estados.

Esta situación de vulnerabilidad lleva también a las mujeres a ocuparse en trabajos de “servicios colaterales” como la búsqueda de restos de mineral en la basura minera, lo que muchas veces lo hacen junto con sus niños, a pesar de las afectaciones a la salud que esto implica. Y también se pueden ver obligadas a vender sus cuerpos, ya que el aumento de la prostitución y trata de blancas es una de las lacras que acarrea la minería.

La contaminación social y ambiental causada por la minería afecta la Salud de las mujeres, incluso antes del inicio de la explotación de los yacimientos, desde el momento mismo en que una corporación llega a los territorios provoca un conflicto permanente en las comunidades, afectando emocionalmente a las mujeres que muchas veces tienen que afrontar la división dentro de sus propias familias. Así mismo, la contaminación de los ecosistemas afecta a las mujeres, especialmente en su salud reproductiva, con lo que las priva de su derecho a procrear hijas e hijos sanos.

Mientras las transnacionales imperialistas ganan millones cada año, las mujeres tienen que enfrentarse a las consecuencias de la masculinización de sus espacios de vida y la profundización del patriarcado con el consecuente aumento de la violencia en todos los ámbitos: familiar, comunitario, local y nacional, porque no sólo en sus hogares están expuestas a violencia física, sicológica y sexual, sino que tienen que batallar contra la violencia institucionalizada por parte de los Estados y gobiernos al servicio de las transnacionales, que se suman a las fuerzas de seguridad y ejércitos privados de las corporaciones.

La represión, persecución, criminalización y judicialización de las mujeres, que son parte con cada vez más fuerza de procesos de resistencia a los proyectos mineros, es cada día mayor y con un marcado carácter de género, que va desde los insultos de la fuerza pública (policías, militares) dirigidos a las mujeres con epítetos como “putas”, hasta la violación sexual.

La minería es otra pesada cadena que el sistema capitalista-imperialista y patriarcal impone a las mujeres y es justo revelarse contra el sanguinario negocio de los minerales.

ACORDAMOS:

– Asumir la lucha contra la minería, en especial contra la mega minería, como parte de la lucha por la liberación de la mujer.

– Sostener un espacio que nos posibilite ir profundizando la comprensión de este tema.

– Unir esfuerzos con otras organizaciones populares para levantar una campaña en contra de la imposición de los mega proyectos de minería en Ecuador.

– Rechazar la criminalización y solidarizarnos con las mujeres, las comunidades y los pueblos en resistencia a la minería en todo el mundo.

¡VIVA LA LUCHA DE LA MUJERES EN RESISTENCIA A LA MINERÍA!

¡FUERA IMPERIALISTAS MINEROS!

Publicado por: Red latinoamericana de mujeres defensoras de derechos sociales y ambientales

GUATEMALA: FIRMA Y DENUNCIA QUE LA VIOLENCIA EXTRACTIVISTA ES CONTRA LAS MUJERES INDÍGENAS Y SUS COMUNIDADES

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24 de septiembre de 2014

La violencia  del  extractivismo  es contra las mujeres indígenas  y sus comunidades.

Los pueblos indígenas de Guatemala continúan luchando cada día contra la explotación y el despojo de sus tierras comunales, ante el asedio de las empresas extractivistas, una lucha por la dignidad y por la vida que le pone frente a la flagrante y devastadora penetración de estas empresas en sus territorios. Esta lucha es y ha sido principalmente encarnada y protagonizada por mujeres indígenas, son ellas quienes desde su profunda y legítima determinación por conservar la vida de sus hijos, de sus familias y sus comunidades vienen poniendo un alto a la violación de los derechos humanos y haciendo valer el cumplimiento de los derechos colectivos indígenas.

Con este pronunciamiento queremos no sólo denunciar esta situación, sino aunar fuerzas en torno a la indignación y solidaridad nacional e internacional para exigir las acciones necesarias que permitan garantizar la seguridad de estas mujeres.

La maquinaria estatal guatemalteca que reprimió en los oscuros años del genocidio  sigue existiendo, no ha desaparecido, pero se ha renovado y ha desarrollado nuevas formas de violentar la integridad física y moral de las mujeres indígenas que se atrevan a cuestionar o denunciar los intereses de las grandes empresas que atentan contra la vida de las comunidades, las atacan feroz y frontalmente y también las  intimidan produciendo rumores  y difamaciones  en sus comunidades, amenazan a sus familias para que renuncien a sus acciones políticas. Para que se tenga una  idea de las formas  de represión nombramos los siguientes casos:

Jovita Tzul Tzul, una joven mujer k’iche’ de Totonicapán  que trabaja junto a la Asociación de Abogados Mayas, participando activamente en la denuncia de las múltiples violaciones a los derechos humanos de las mujeres, pueblos y comunidades indígenas que son violentadas por los
proyectos extractivistas.  Por esta labor, Jovita es el blanco de una serie de amenazas e intimidaciones, para que deje sus labores.

También está el caso de Ramona García, dirigente de las 12 Comunidades kaqchikeles de San Juan Sacatepéquez: ha realizado una serie de denuncias sobre cómo ha sido flagrantemente monitoreada en sus conversaciones telefónicas y correos electrónicos y ha revelado la manera en que los policías que resguardan la seguridad del proyecto cementero Finca San Gabriel la han venido intimidando junto a una serie de compañeras de manera constante y pública, instándolas a no salir de sus casas para las movilizaciones y amenazándolas con violentar la integridad física de sus familiares. Todo esto por defender las tierras comunales de San Juan Sacatepéquez.

La compañera Angelina Choc, q’eqchi’ del Estor Izabal,  quien junto con sus compañeras han denunciado en Guatemala y Canadá la  violación sexual de 11 de sus compañeras por miembros de seguridad privada de la empresa minera canadiense Hudbay Minerals Inc. Así también por el asesinato de su esposo el profesor Adolfo Ich Xamán. Por ese caso de denuncia ellas está siendo intimidada y asediada con llamadas telefónicas y difamaciones en su comunidad.

Otro caso es el de Francisca Gómez, columnista k’iche’ quien es acusada de difamación contra Cementos Progreso, propiedad de la familia Novella. Esta mujer luchadora lo único que ha hecho es venir denunciando con pruebas una serie de atropellos cometidos por dicha cementera en 12 Comunidades de San Juan Sacatepéquez, y en vez de escuchar sus argumentos, la respuesta ha sido interponerle un proceso judicial en los tribunales de Guatemala para intentar silenciarla.

Doña Crisanta Pérez, mujer mam de San Miguel Ixtahuacán, San  Marcos, que  tuvo orden de detención por su participación activa contra del despojo de tierras y también por haber denunciado los daños que ha ocasionado la Mina Marlin en su comunidad.

Margarita Ché, q’eqchi’, quien denunció la intromisión del Ingenio Chabil Utzaj en el Valle del Polochic, Alta Verapaz. A raíz de esto ella y su familia sufrieron una serie de  calumnias difamatorias en su comunidad. Finalmente Margarita fue asesinada el 4 de junio de 2011 en condiciones  de violencia, el caso nunca fue esclarecido por parte de las instancias que debieron de hacerlo.

Lorena Cabnal, Xinca, feminista comunitaria, activa participante contra el despojo de las tierras comunales en Santa María Xalapan, ha sufrido una serie de acusaciones, difamaciones y agresiones familiares.

La compañera Catarina Sequén, kaqchikel, viuda.  Fue despojada de su tierra en Santo Domingo Xenacoj para construir el anillo regional por parte de la empresa Constructora Nacional S.A. CONASA que beneficiará al proyecto Cementos Progreso en San Juan Sacatepéquez. Ella es asediada y amenazada permanentemente por trabajadores de la empresa.

La dirigenta Hermelinda Simon, q´anjobal que por participar en la organización de la consulta comunitaria en Barillas, Huehuetenango y por su lucha contra a la empresa hidroeléctrica Hidro Santa Cruz y le  dictaron orden de detención  y fue perseguida mediante un proceso irregular.

Hoy día 14 de agosto del 2014 fueron detenidas tres mujeres q’eqchi’: Isabela Choc, Cristina y Cármen Hun una de ellas embarazada,quienes por su oposición a los desalojos violentos y la militarización de sus tierras de Monte Olivo y 9 de febrero,  fueron encarceladas de manera irregular.

La  cuenta sigue, la persecución de Lolita  Chavez , dirigente k’iche’ de Santa Cruz del Quiché ha sido amenazada y agredida constantemente. Tiene varios procesos de demanda en su contra.  Como ella, hay  varios cientos nombres  de mujeres  comunitarias que  están siendo  reprimidas y perseguidas por sus luchas.

En los años del genocidio, los represores jugaban con la vida de las familias y obligaban a muchos a formar parte de las Patrullas de Autodefensa Civil forzándolos a denunciar a su propia gente. Hoy, bajo la misma lógica, muchas familias dentro las comunidades reciben dinero para que apoyen a los proyectos de la muerte ‒que ellos denominan como proyectos de “desarrollo”‒ y para que amedrenten a su propia gente.  Pero al igual que ayer, hoy son las mujeres indígenas las que alzan más alto la voz de rechazo y las que más se organizan, por esto también es que la represión es más fuerte sobre ellas. La fuerza de estas mujeres y su determinación en la lucha por conservar sus formas de vida comunitaria está siendo atacada por empresas y por el Estado.

Estas mujeres no son “víctimas” pasivas de lo que sucede en sus comunidades, son luchadoras que nos exigen a todas y todos indignación y solidaridad, pero por sobre todo, nos exigen acciones concretas para que, desde donde podamos, presionemos por garantizar su seguridad, la seguridad de sus familias y de sus comunidades. Estas mujeres no quieren ser victimizadas, quieren que nosotras y nosotros asumamos su lucha como nuestra, porque en realidad su lucha es nuestra en todo sentido.

Organizaciones y personalidades amigas de todo el mundo han sido alertadas en estos días sobre la violencia que en estas últimas semanas se ha incrementado contra las mujeres indígenas de Guatemala y sus comunidades organizadas. Están atentas y algunas ya han empezado a actuar para asumir las posiciones que sean necesarias frente a este clima de violencia. En este sentido, los abajo firmantes hacemos un llamado para el cese de la violencia contra las mujeres indígenas, para que finalicen los amedrentamientos contra ellas y para que sus voces no sólo sean escuchadas sino también respondidas, ellas no están solas, somos muchas y muchos que las acompañamos en su lucha.

Publicado por: Red latinoamericana de mujeres defensoras de derechos sociales y ambientales